martes, 15 de enero de 2008

CUARTO CRECIENTE...

Más Marco Aurelio... El último gran emperador de Roma, enfrentado a la visión melancólica del derrumbe de un mundo y la intuición de otro nuevo que avanza... Tras él, Roma solo iria cuesta abajo; debil, fofa, decadente, sin espíritu... Muy parecida a nuestros tiempos "homer-simpsonianos" actuales... Todo se repite, nada es nuevo...

Un instante dura la vida del hombre;

fluir continuo es su esencia, oscuras sus

sensaciones, corruptible su cuerpo entero,

errabunda su alma, imprevisible su destino,

azarosa su fama. En una palabra, lo propio

de su cuerpo es como el fluir de un río;

lo propio de su alma, sueño y vanidad.

Su existencia es un batallar, un viaje por tierras

extranjeras. Su gloria póstuma, olvido.

¿Qué le queda entonces que lo proteja?

Única y exclusivamente la filosofía.

Y ella consiste en que conserve su genio interior

incontaminado por insultos y agresiones,

por encima de dolores y placeres;

que no actúe jamás con falsedad o hipocresía;

que no dependa del obrar ajeno; que, además,

esté siempre listo para recibir todo

lo que le reserve la fortuna como si proviniera

de donde él proeviene; y, sobre todo,

que espere con tranquilidad la muerte,

convencido de que no es sino la disolución

de los componentes atómicos de todo ser...

No hay comentarios:

Publicar un comentario