martes, 22 de mayo de 2007

Esta mañana he ido temprano, sobre las 6:00 a alquilar una bicicleta para tirar el camino hacia la reserva de delfines del río Mekong. Ha habido un buen precio: 3000 Rials, algo menos de un dólar (1$=4000Rials)… Durante el trayecto, he notado que la rueda de atrás se desinflaba y eso ha sido un “handicap” a la vuelta… Yendo hacia la reserva, he encontrado algunos templos y monasterios bastante bonitos… El problema ha sido el de la curiosidad de la gente y niños locales, que se agrupan en torno a ti haciendo un corro y mirándote fijamente con los ojos entornados de curiosidad… Si eso te pasa solo un rato, o un solo día y tu andas por aquí poco tiempo, es hasta anecdótico. Cuando llevas mucho tiempo dando vueltas por estos países y te pasa a cada paso, es bastante pesadito… Es la “cosificación” de la persona que los ignorantes (quizás “inocentes” ignorantes) hacen con lo extraño… Yo no soy una persona, soy una cosa, un extranjero como los que se ven por la tele… Soy alto, con barba, con ojos de un color raro… Soy una cosa que puede ser observada con descaro como se observaría una pintura o una bicicleta… ¡Bastante pesado! En todos mis viajes solo he encontrado gente que aguanta ese acoso en las primeras semanas… Una vez, en Myanmar, encontré a unos checos que decían que la gente era “encantadora”, ya que te saludaban constantemente como si fueras el Papa de Roma… Yo andaba con otros viajeros y nos miramos los unos a los otros como diciendo “Estos llevan aquí dos días… O son muy estúpidos, o son muy sabios…” Cuando los volví a ver, habían transcurridos pocas jornadas, pero andaban insultando a la gente (que tampoco es eso) y gritándoles que “fuck you” y que “leave me alone”… El secreto, cuando empiezas a sentirte solo un ser humano y a hartarte de la pesadez del pobre ignorante, el secreto está en el término medio… No hacer caso, no tener esa culpabilidad con “complejo de superioridad” que tienen algunos (la gente de todos los países ni son niños, ni son subnormales, ni son ángeles, solo son seres humanos y pueden ser también un coñazo) y saber que a ellos, en tu caso les pasaría lo mismo (o quizás peor, como he podido comprobar alguna vez); solo que les es imposible entender que eres una persona… Repito, solo ven una cosa, objeto de curiosidad, y no se imaginan que ha habido cientos de personas antes que ellos con el mismo “chiste” y al final, claro está, no te hace ni puñetera gracia… Se debe ser siempre amable, sonreír si puedes y, si no puedes aguantar ese rollo y no puedes disfrutar solo de tu camino, mejor que vayas con otra persona (quizás otro viajero) al lado… Esta última solución es mágica… Pero hay algunos países (Como Camboya) especialmente maleducados… No solo es curiosidad, es también un cierto gamberrismo… Yo, por ejemplo, he sido “victima” hoy en un par de ocasiones de una bromita peligrosa: Yo voy con mi bicicleta y de repente, un motociclista se cruza inadvertidamente en tu camino y frena justo delante de ti… Te ves obligado a parar justo “tocando” al vehículo… Luego, descojonandose de risa, sigue su camino como presumiendo de moto… Esto no suele pasar si vas acompañado… Es curioso, pero es mi relativa experiencia… ¿Por qué pasa? Respuesta: No hay angelitos en ningún sitio, ni la gente es solo “maravillosa” y risueña… De vez en cuando encuentras gente así… También (quizá más peligrosos) en tu país…

Aún así, siempre puedo disponer de algunos minutos disfrutando de las paradas hasta que pueda ser percibido por el gentío… En esos breves momentos puedo comer, tomar fotos o simplemente disfrutar de la plaza en donde esté… Cuando los veo acercarse como cocodrilos a una presa, si en esos instantes estoy sin fuerzas para ser simpático y paciente, entonces me “abro” de allí a toda leche… Si solamente es una persona, normalmente es un placer intentar comunicarte… Pero como siempre, son las “masas” los seres despersonalizados… Y aquí las “masas” no son tan peligrosas como, por ejemplo, en los USA o en los partidos de fútbol europeos… No lo olvidemos, aquí solo pueden ser (de momento) pesadas…

En fin, hasta la llegada a la dichosa reserva, he sido “encantadoramente” saludado durante el trayecto de 15 km. por unas quinientas personas (sin exagerar) que te gritaban a la oreja “¡Helloooo!”

En la reserva me han dicho que había que pagar 7$ por entrada y barco y que, además, tendría que esperar hasta las 15:00 aproximadamente… Me he reído y me he ido a sentar a la orilla… Eran la 10:00 y no estaba dispuesto a esperar cinco horas ni a pagar tanto por la sola posibilidad de tener la suerte de ver a los animales… El “pero” ha llegado poco después en la forma de un guía oficial que me ha susurrado que si pagaba algo más saldría ahora mismo… Me he vuelto a reír… El guía ha resultado ser simpático y yo he tenido la suerte de ver los delfines desde mi posición… Él me los ha ido señalando: “¡mira, mira!”, me decía, “¡allí hay otro!”… La chica de la taquilla se ha enfadado porque veía que se quedaba sin su “sobresueldo” y ha dado ha entender que si estaba sentado allí tendría que pagar también… Esta vez me he carcajeado y la chavala casi llora… No podía hacerme nada, tenía mi derecho a estar allí y ella a quedarse sin su sobornillo… Después de un rato de cháchara con el guía que quería practicar su inglés y de observar a los delfines a cierta distancia y luego de entender que verlos desde la barca, o sería difícil, o serían artificialmente atraídos a la barca con comida, he preferido abrirme de allí diciendo que luego volvería… Total, por un par de miserables fotos que no era seguro que podría obtener, no merecía la pena… Me he despedido de mi “amigo” y me he abierto de vuelta…

He parado a pocos metros para rellenar de aire la rueda trasera, que andaba vacía… Durante todo el trayecto de vuelta no se ha vuelto a desinflar… Solo al llegar ha vuelto a pasar y he ido al puesto en donde me la habían alquilado y me la han cambiado sin problemas…

Pero antes de llegar he visto como transportaban a unos cerdos (de tres en tres) apelotonados en la parte trasera de una “mobilete” acondicionada con una jaula cilíndrica de bambú… Los animales gritaban, quizás presintiendo su muerte, y trataban de moverse sin conseguirlo… Asombrado, he pedido permiso para echar unas fotos y ellos me lo han dado encantados… Ha sido curioso… Y algo triste también…
Con la bici me quedaba día todavía y lo he empleado en visitar el otro lado de la ciudad… Había un templo muy bonito y tranquilo, en donde he tenido la suerte de charlar un poco con los monjes… Había un par de chavalillos a los que no he podido resistir el fotografiar… Luego he seguido hasta que la carretera se acababa y, tras un puente, empezaba el camino de tierra… había un pequeño templete en donde un Buda, algo “naif”, estaba alojado cerca de la ribera de un brazo del río… Me ha gustado y no he podido resistir el fotografiarlo… En su interior estaban dos chavalas con uniforme de colegio contemplando el río… La estampa era bonita, pero al verme se han ido para ocultarse ingenuamente detrás de las ramas de un arbolillo y observarme… Me han hecho gracia…
El día ha acabado con mucho calor y pleno de haber visto los alrededores de Kratie… Me he dado cuenta de que me sobraban dos días hasta mi vuelta a Phnom Penh… Pero como se verá más tarde, esos días, quizás me fueran necesarios para reposar algo sin moverme mucho…

La noche la he dormido a pierna suelta… ¡Cómo no…!

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