Hoy ha sido un día grande, además, por la visita que he hecho a la Madre Teresa de Calcuta… Siempre es impresionante el ver esta pequeñísima capilla de una mujer tan respetada dentro y fuera de India, incluso por los no creyentes… Me he arrodillado sin vergüenza “postmodernista” ante sus restos y he depositado una estampa con medalla de San Cristóbal, patrón de viajeros, encima del nicho… He rezado en la tradición cristiana con la confianza de que el amuleto, se llenara de energía positiva y buena suerte… A la salida me han dado una medalla de la Virgen llamada Milagrosa, que espero entregar a mi padre nada más llegar, y algunas estampas y oraciones en inglés…
Volviendo, me he acercado al muy recomendado Cementerio de la Asiatic Society… No es nada del otro mundo, si no es por los mosquitos y pulgas que atacan sin piedad al visitante incauto que se aproxima a su interior… Uno tiene que firmar al entrar y al salir y apuntar, además, sus impresiones sobre el sitio… Tiene ese toque melancólico de las épocas coloniales del “Raj” británico y ese sombrío romanticismo de las tumbas desoladas de quienes murieron lejos de casa y quisieron (o no) ser enterrados en Calcuta, la primera capital que tuvo la India inglesa… Los miembros de la Asiatic Society eran de los que más trataron de acercarse a “lo indio”, de entre todos los de la ralea de colonos que arribaron a las costas de Bharat…
En la guest house, he conocido a un simpático “kiwi” (así se llaman a si mismos los Neozelandeses) y a un japonés al que hemos acompañado a una farmacia a comprar “betadine” y vendas para una dramáticas heridas que tenía en las piernas, de rascarse las picaduras de los mosquitos… Hemos comido en el restaurante “Khalsa”. Que estaba caliente como una sauna, así que nos hemos ido en cuanto hemos comido…
Mañana me voy a Darjeeling, así que he preparado la maleta a conciencia…
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