sábado, 25 de noviembre de 2006


Hoy he ido a desayunar al puestecito de ayer noche… Barato, aunque no puedo hablar con la dueña, que no habla una palabra en inglés… Luego me he cogido los bártulos de baño y me he recorrido la playa… Primero hacia la izquierda, donde, después de pasar la zona de pescadores y del mercado de pescado uno llega a una reserva de jungla, en donde hay monos, ciervos y otros animales… He subido para ver si llegaba a una playa desierta, pues no hay en toda la playa más que un par de occidentales (que no se meten al agua) y bañarse así supone un corro de multitud de personas curiosas mirándote como te bañas o tomas el sol) Cuando he llegado a la reserva, un tipo con uniforme me ha sacado una papeleta con la tarifa de 2.000 Rp por entrar… Le he mandado al cuerno y he seguido. Más tarde he comprobado que parece que era "legal", pero aún así he preferido no pagar porque los "locales" se pasan la susodicha papela por el mismísimo arco… Como he visto que no había playa solitaria por esa parte y después de tropezarme con unos monos pedigüeños que por poco me arrebatan la bolsa de plástico en donde llevaba la toalla y el bañador (me he arrepentido de no llevar la cámara), me he ido unos kilómetros al lado opuesto… Por allí me he bañado en las heladas y violentas aguas de esta zona con relativa tranquilidad y tras secarme, he vuelto a la zona central, cerca de mi hotel, donde he comido un platazo de arroz con pollo, verduras y tofu francamente exquisito. Es plato se llamaba "Nasi (arroz en bahasa) Complete" y he decidido repetir mañana… Luego he visto como hacían surf los lugareños y algunos occidentales residentes por años en el pueblo, que son los que trajeron la "moda" de surfear en estas bravas aguas de Pangandaran…
Por la tarde he ido ha buscar el Green Garden Cafe y, aunque me ha costado encontrarlo, he podido darle a los familiares de Aris (el chaval que trabajaba en la guest house de Bed Hot en Yogya) la copia que le hice de la película sobre en inicio del Islam "The Message"… Su tio me ha invitado emocionado a un té y se ha quejado de lo mismo, que no hay turistas y que andan mal de pelas… Su local (que ha sido un centro de personal viajero por años) está ahora, como el resto del pueblo, vacío, cerrado y casi abandonado… Es triste ver la decadencia de un pueblo que antaño brilló con fulgor… Pero así es la vida… Que Dios nos proteja a todos…


Por la noche he conocido al hijo mestizo de la dueña, un fanático surfista simpático y amable como él solo y cuyo rostro es muchísimo más occidental que indonesio; aunque, como es lógico, sus amigos son del pueblo (y surfistas también) y habla en "bahasa indonesia" con perfección. Ha surfeado en el país vasco cuando ha ido a ver a su familia francesa y prefiere con mucho vivir en Pangandaran y ser indonesio, a pesar de su aspecto de europeo "morenito"…

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