Despertamos justito y salimos rápidamente del camping… Una parejita de franceses (no Pablo y su novia) que venían también a la isla, se tomaron su tiempo para desayunar… preferí adelantarme… Tras tomar (no digamos “coger” en esta zona del mundo) el bus en la estación de Esquel, y aposentarme en una butaquita, el bus partió… Los franceses llegaron a última hora y por poco no llegan…
La frontera con Chile ha sido menos puñetera que cuando la “cruz” pasada para ir a Ushuaia… El bus ha parado justo en la misma verja con Chile y tras los trámites, una furgoneta nos ha llevado hasta Futaleufú…
Este es un pueblo pequeño en el que he preguntado por alojamiento y me he encontrado a una vieja avariciosa y mentirosa que me ha dado repugnancia… ¡Vaya un primer encuentro con el país más largo del mundo…! Al final he optado por irme a otro pueblo con mejores conexiones con el ferry (“barcaza” en chileno) a la Isla Grande de Chiloé…
La decisión ha sido fácil, ya que las erupciones del volcán Michinmahuida, habían deshabilitado las conexiones terrestres con la vecina población de Chaitén… No se sabía si habían buses, para el próximo viernes, directos al puerto de la localidad, pero era mucho más probable que hubieran desde la población de Villa Santa Lucia, algo más al sur…
He tomado la furgoneta hacia ese pueblo y al llegar me he topado con (literalmente) cuatro casas… Sin embargo había una casa en donde ofrecían alojamiento… Tras regatear, ha quedado un buen precio por la habitación para los cuatro días que tendré que esperar para el bus al defenestrado (pero aún funcional) puerto de Chaitén…
He aprovechado para ducharme, afeitarme y lavar la ropa con una vieja lavadora del dueño y una centrifugadora con la que he escurrido la colada… He colgado todo cerca de una cocina de leña y en unas horas estaba seco…
He comprado comida en un almacén cercano y he vuelto a usar la cocina… El dueño vive fuera y, en realidad, tengo toda la casa para mí… Solo un nuevo huésped vino al final de la tarde desde el cercano Chaitén…
En la cocina hay una estantería en donde, entre otras cosas, hay una estampa de Pinochet en la que, al lado de su retrato, se puede leer: “Libertador de Chile”… He recordado que en este país, la mitad de la población apoyaba la gestión del dictador y que, no importa la posición social, cualquiera puede ser uno de sus seguidores… ¡Habrá que estar al loro para no meter la pata en conversaciones políticas inoportunas...! ¡No hay que ofender a ningún bando! Solo somos huéspedes...
He ordenado el equipaje, que ya hacía falta, y nos hemos ido a la camita… Calentito y bien…
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