Caminito es la visita de hoy… Creo que, aunque está sobreexplotado turísticamente, es uno de los sitios más bonitos de Buenos Aires…
Famoso por el tango de Gardel “Caminito”, es una parte del barrio de la Boca, que recibió un aluvión de inmigrantes italianos durante los siglos XIX y XX… Se construían las casas con desechos de los barcos del puerto y las pintaban con un colorido encantador…
Era un barrio “malevo” y lo sigue siendo, cosa de la que sus habitantes se jactan; aunque no deja de haber un cierto tufillo a reciclaje que es casi normal en estos tiempos de globalización que corren
Recomiendo vivamente su visita, es muy fotogénico y se puede comer barato y bien solo un par de calles más allá de la neura turística… Yo, sin ir más lejos, me he metido entre pecho y espalda un “peaso-churrasco” que podría paralizar el tráfico de la Avenida de Mayo…
Hay algunos espectáculos espontáneos de tango y danza de gauchos con boleadoras y una superpoblación de artistas que, cuando Caminito se volvió más “habitable”, afluyeron en torrente arramblando sus calles...
A la vuelta, estuvimos hablando con Marcus, el viejo hippy alemán que ocupa permanentemente los ordenadores del hostel, lo hicimos largo y tendido… Luego me fui a dormir…
Por la noche, soñé con una hermosa maleva que me estrechaba entre sus dulces brazos… Yo intentaba besarla, pero tropezaba en los pasos de baile… Ella reía mientras parecía perder partes de su vestido… Yo era feliz, procuraba acariciarla y decirle cosas bellas y apenas me salían palabras en mal inglés… Solos en la pista, nos acompañaban unos cuantos músicos que parecían no mirarnos, atentos únicamente a sus instrumentos… Yo sabía que un barco, que nunca cogeríamos, nos esperaba en algún puerto cercano… Traté de comunicárselo… Ella me miraba con ternura y no pude articular palabra… Preferí gozar del momento y seguir danzando, esta vez prodigiosamente, sabiendo que mañana no la volvería a ver más… En el horizonte nocturno que se adivinaba, parpadeaban una infinidad de luces de colores diversos; pero yo no miraba hacia sus resplandores, yo miraba hacia la juventud que habíamos perdido entre un mar de futilidades e insignificancias… Cerraba los ojos y la envolvía en mis brazos tejiendo pasos de un baile del que era asombrado actor y espectador. Unos movimientos que me eran desconocidos me empujaban de manera ineludible… La danza se hizo cada vez más lenta, casi inerte… Nos abrazamos… Hicimos el amor conscientes de que, a pesar de que todos podían vernos de reojo, nadie iba a molestarnos, conmovidos por nuestro amor de náufragos… Sus ojos eran verdes… Al fondo del cuadro, bajo una luna llena inmensa, sonaba el tango “Cambalache”…
Bella noche en Buenos Aires…
¿Viste? :-)
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