Hemos llegado a Córdoba de mañana y, de nuevo, hemos cogido el bus hacia el hostal que había elegido… He tenido suerte de encontrar una cama libre en un dormitorio (habitación con camas compartidas) de cuatro camas; pero como suele ocurrir mucho por aquí, ha habido que esperar hasta la 12:00 a que vaciaran y limpiaran la habitación… Me he instalado en un sofá de la sala del TV y he pasado las tres horas de espera durmiendo como un tronco…
Tengo un compañero suizo en la habitación con el que he estado charlando (no paraba de hablar el tío) un buen momento en la terraza del hostel… Cuando era la hora de comer, he salido a picar algo y he ido a visitar la Catedral y la Plaza San Martín… Me he sentado un ratito en un banco y he sido testigo de un conato de pelea entre un indiecito bajito, quizás toxicómano, y un tipo que andaba en el parque sentado con su familia… Le habían dicho al “indiesito” que no le echara pan a las palomas porque, parece ser, no les sienta bien ese tipo de comida (o algo así) y el otro, paranoico y gritón, había entendido que su pan no era bueno para los animales por ser “su” pan… Gritando, ha cogido una botella, blandiéndola como una porra, y el “pater familias” ha ido a buscar a un policia… Rollos de ciudad…
Por la noche, lo más destacable han sido los ronquidos que emitían una chica y su “pololo” (que se había colado en la habitación) en la cama de al lado… He bajado a recepción y han subido a despertar al tipo para decirle que se fuera a su habitación… Creía que íbamos a estar tranquilos, pero la sorpresa era que la tipa era la que roncaba más fuerte… En fin, esto es lo malo de los dormitorios…
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