La isla de Chiloé

Salí de Puerto Montt en dirección a Chiloé... En el bus he estado hablando con una alemana que hablaba buen español y que parecía algo deprimida… Tiene una hija en Alemania y se intuye una mala relación el el padre de la niña... Ella se ha quedado en Ancud, una ciudad anterior a mi destino: Chonchi...



El bus ha parado en un descampado; desde allí ha resultado algo complicadillo acceder a acomodamiento… Tras mucho caminar cuesta arriba y cuesta abajo, he dado con unos palafitos de nueva construcción que quieren avocar las construcciones tradicionales de la zona… Un poco más allá, cruzando un corto sector de arena de la playa, hemos encontrado “La Esmeralda”… Me recibe su dueño, un chileno-canadiense llamado Carlos... Él insiste en que es chileno nacido en Canadá. Incluso habla algo de política "chilena" conmigo... No rebaja el precio, pero me parece que el alojamiento es perfecto y tranquilo... Está a pocos metros de la playa y mi habitación tiene un amplio ventanal por el que la luz cruza muy diáfana... Carlos, en su malísimo español, me explica que tenga cuidado con un "bruja" que vive un poco más allá de su casa, ya que es una de esas mujeres antisociales que vive rodeada de perros y estos son muy violentos, soliendo atacar a la gente que pasea por la playa...



En el porche del edificio de madera en donde me voy a hospedar, me encuentro a una alegre chica francesa llamada Rafaela… Lo primero que hace es invitarme a una copa de un buen vinito chileno… El paisaje es espléndido desde esta parte de la casa… Delante de nosotros se extiende un tranquilo mar por donde deambulan serenamente los barcos pesqueros de la zona...

Una china de rasgos asiáticos, en realidad una sino-americana de Road Island, llega llorando acompañada de un hijo de Carlos… Al parecer, según nos cuenta después, los perros de “bruja” la habían atacado…

Esa noche, la comida fue preparada por Rafaela… Consistió en un sencillo plato de pasta, pero cayó bastante bien...