Por la mañana, como todavía andaba débil, cogí un taxi que me llevara a la terminal de bus… No me gusta tomar taxis; los taxistas son pícaros y yo no soy un burgués que necesite que lo lleven sin esfuerzo a ningún lado, prefiero los buses o ir andando, si es posible… Pero hoy era una excepción… Valparaiso tiene demasiados desniveles y yo, excepcionalmente, estaba muy flojillo; así que achanté y pedí uno… Resultó ser medianamente honesto y enseguida estaba en la estación…
El bus me dejó, en un par de horas, en Santiago… Desde esa misma terminal, tras esperar hasta la tarde, tomé sin problemas el vehículo que me llevaría, cruzando la frontera nocturna, hasta Mendoza, en Argentina…
El autobús paró, algo después de medianoche, en el puesto chileno, que fue rápido… Algo más se demoró en el lado argentino, casi una hora y media… Algún pasajero llevaba mercancía no declarada y tuvo que quedarse allí… El resto del bus, seguimos nuestro destino…
Hasta siempre, espero volver a verte, Chile…
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