Hoy, bien tempranito, he empezado a subir por el camino que descubrí ayer y que levaba directo a la zona del hostel de mis amigos… Allí, recobrando el aliento, me he sentado unos minutos… Enseguida ha llegado mi amigo cordobés y nos hemos preparado el San Pedro para desayunar… Luego han salido las chicas y, cuando estas han dado buena cuenta del refrigerio, hemos partido…
Para empezar hemos ido por encima de alguna colina hasta la zona más costera, en donde nos hemos topado con una pareja española de Almería que venía de Perú… Juntos hemos seguido el camino que ha sido, gracias a San Pedro, mucho más llevadero de lo que pensaba… Hemos eludido los “controles” de la gente local, con los boletos de “permiso-para-andar-por-el-lado-norte”, que de vez en cuando se nos acercaban… En una playa, los españoles se han ido por otro lado y nosotros, los que quedábamos, hemos cogido una barca de un pescador que nos ha llevado hasta la siguiente playa cercana… Allí hemos comido y, lentamente, hemos seguido el camino inca hasta el Templo del Sol…
Cuando nos ha parecido el tiempo propicio, hemos seguido el bien marcado camino de piedra hasta el sur, en una caminata que nos ha llevado varias horas, en la que hemos ido encontrando gente para un lado y otro del trayecto… Una mexicana me había parecido indonesia hasta que me he acercado a hablar con ella… Silenciosamente, hemos seguido “al inca” y sus caminos, hasta que ya, con el Sol poniéndose, hemos dado con el pueblo…
Hemos parado a cenar sin una de las chicas, que andaba algo enferma por la altura, en un local en donde un italiano rastafari se nos ha puesto a alabar el vegetarianismo; San Pedro ha hecho que no le hiciéramos mucho caso…
Cuando hemos acabado hemos bajado un trecho a oscuras hasta su hostel y, tras despedirme de ellos, me he dispuesto a bajar, en una noche sin luna y con la ayuda de mi MP3, hasta mi alojamiento… Unos chicos brasileiros me han acompañado un trecho, con sus linternas… Luego, muy lentamente y aprovechando la débil luz que, durante segundos, me daba mi aparato de música, he ido bajando con éxito la cuesta hasta el hotel… Allí me he encontrado con el indígena y un pariente a los que les he comentado ligeramente las incidencias del día… Luego me he ido a la cama con la sorpresa de que estaba solo en la habitación… Lo he tomado como un lujo y una bendición de San Pedro…
He dormido serenamente y esperando recuperar fuerzas para la vuelta, el día de mañana, a la villa de Copacabana… Los caminos del Inca habían sido celebrados y estaba feliz y exhausto…
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