Hoy ha amanecido mucho más soleado que ayer y me he levantado mucho más descansado…
Lo primero que he hecho, mientras me dirigía a la terminal de bus a reservar billete a Potosí, ha sido comprarme unas empanadas “tucumanas” con patata, verdura y pechuga de pollo, en un puesto callejero, de mano de una simpática señora indígena que estaba haciéndolas ahí mismo, bien fresquitas…
En la polvorienta estación terminal, he comprado un billete con salida a Potosí para mañana… Dicen que la compañía en donde la he adquirido es una de las mejores… Tras esto he vuelto al centro de la villa… En la Plaza principal, he entrado en una heladería en donde me he tomado un helado con ensalada de frutas muy rico, pero algo pequeño para mi gusto… A continuación, me he dispuesto a subir al Cerro del Sagrado Corazón, una colina con una imagen de Jesús desde la que se divisa una espléndida vista de la ciudad y las montañas secas y de un color rojizo que la rodean… La subida al cerro a sido mucho más fácil de lo que me imaginaba; no estaba tan alto ni tan lejos de la villa… Una rampa ha facilitado la llegada, entre jadeos y algo de falta de oxígeno… Una vez allí, en la cima, el espectáculo ante mis ojos me ha convencido que había merecido la pena la ascensión… Estaba solo, sin nadie más que “molestara” la vista y la luz era preciosa… Lastima que tras unos minutos, empezara a lloviznar… He bajado a las primeras de cambio…
Se ha puesto algo puñetero el tiempo (ya me doy cuenta de que por estos lares, durante el verano austral, tan pronto luce el sol como se pone a diluviar), por eso me he vuelto a mi habitación… Como mañana dejo el hostel, he pagado el malísimo servicio de lavandería (casi no habían mojado la colada) y el alojamiento; así no tendré que liarme con pagos cuando lo deje, por la mañana, para irme a la terminal…
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