El bus ha seguido, impasible el ademán, hasta nuestra destinación, parando de vez en cuando para comer o mear… A mi lado iba un peruano culto, ingeniero por más señas y de cierta extracción progresista, que ha ido explicándome cosas de la zona…
Según él, esta región tiene tan malos caminos, porque es una de las más pobres del Perú y siempre ha sido completamente olvidada de los gobiernos peruanos de cualquier color… No en vano este fue el bastión de la insurrección “senderista” durante muchos años y fue por aquí por donde la guerrilla campó a sus anchas… Aunque la orografía es muy complicada y encarecería la inversión necesaria, siempre se podría hacer un esfuerzo para mejorar en algo las infraestructuras… Estas eran las opiniones de mi compañero de viaje y yo, con el culo dolorido por el traqueteo, las apoyaba con toda mi alma…
Hemos llegado por la tarde a Ayacucho… Tras 24 horas de batidora habíamos arribado, somnolientos, a la ciudad… Seguidamente de coger los bártulos he buscado un alojamiento cercano… He dado con una pensión que, además, estaba a pocos metros de la terminal de la compañía de buses que iba a Lima, mi siguiente destino… Al fin y al cabo, ha habido suerte…
Después de depositar los trastos en la habitación y asearnos un poco, hemos salido a ver la ciudad… El centro de la ciudad estaba a un tiro de piedra y nos hemos acercado para llevarnos las primeras impresiones de la villa… Y han sido muy buenas…
La ciudad es, como las que voy viendo hasta ahora, muy “ibérica”… La Plaza Mayor está rodeada de soportales que parece trasladados piedra a piedra de alguna plaza similar extremeña o castellana… Las iglesias y conventos (hay mucha piedra religiosa en Ayacucho) son fascinantes y de un estilo incomparable con otro, dado su innegable mestizaje que solo en estas tierras puede darse… Esta ciudad fue de paso obligado entre Cuzco y el resto del virreinato y se nota sus pasados esplendores…
Los rostros son mucho más indígenas que en Arequipa, por ejemplo, y, aunque el iberismo se mezcló en costumbres y genes, parecen un poco más bolivianos que peruanos… Aún así, se ufanan de Iberia y su legado y esto es algo que me llena de un sentimiento a medio camino entre la melancolía y el orgullo… Nosotros, a pesar de la llamada “leyenda negra” trasmitida por masones e ingleses, no hemos sido peores que los incas y, concluyentemente, bastante mejores que los anglosajones… Definitivamente Perú es otra cosa diferente a Bolivia; aunque no es España, hay una parte del corazoncito que anda por allí… :-)
Luego de unas vueltas y de comer algo, ya oscureciendo, hemos vuelto a la pensión y hemos descansado como reyes…
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