jueves, 12 de febrero de 2009

El Mar y las Huacas...



Hoy nos hemos dirigido hacia el Pacífico… Tras comer algo en un establecimiento cercano al hotel, he emprendido la caminata, siguiendo la Avenida Salaverry en sentido contrario al de ayer, a través de un sombreado camino central para bicicletas, pasando por la Casa de España, hasta dar, alguna hora después, a una plaza circular en donde, tras los matorrales del fondo, ya se adivinaba el mar… Y allí estaba, majestoso y enorme, el Océano Pacífico… He ido bordeando el paseo que sigue el acantilado desde donde se divisa, mucho más abajo, la playa, que anda en obras… Al final he dado con un césped agradable que dejaba ver toda la anchura de la costa limeña… Ahí me he quedado, echando alguna foto, mirando como estupefacto a la lejanía del fondo y a la de los dos brazos nublosos de los ambos lados que “vigilan” la amplia bahía de Lima…


Luego de un buen rato, me he levantado y he empezado a caminar hacia la izquierda, hacia Miraflores… Mi objetivo eran las ruinas precolombinas que se encuentran en Lima… Son un par de pirámides de adobe que se descubrieron en la ciudad escarbando algo en algunos montículos: son la Huaca Pucllana y la Huaca Huallamarca…



A la primera ha sido fácil acceder y está muy bien conservada y en restauración… Al llegar me he sentado y la he contemplado con la curiosidad debida… Nada que ver con Machu Picchu, claro está, pero no deja de ser impresionante la construcción, ya lo he dicho, en adobe, que había estado sepultada en lo que la gente del lugar creía una simple colina…


Después, tras recobrar el aliento, me he ido acercando a la segunda, la Huaca Huallamarca… Como se salía de mis mapas, he tenido que depender de preguntar por doquier, pero me he sorprendido de lo poco que la conocían los lugareños… Quizás la pronunciara mal, y he optado por preguntar por “las ruinas”, a secas… Mucha gente me mandaba a la primera, la Huaca Pucllana, más conocida para el ciudadano medio limeño… Hasta que en una de esas, voy y pregunto a un quiosquero y me señala, algo desdeñoso, que la tenía casi enfrente, a la vuelta de la esquina… He agradecido el favor y me he topado con una pirámide del mismo estilo que la otra, solo que estaba vallada y cerrada y me he tenido que conformar con verla desde fuera de la alambrada…


Cansado, he vuelto sobre mis pasos, preguntando de nuevo, hasta la Avenida Salaverry… Desde allí ha sido facilísimo dar con mi zona de alojamiento… He llegado rendido, ya que he andado bastante, y me he echado, como un tronco, sobre la cama… De nuevo TV como somnífero y dulce perdida de la consciencia como premio… He dormido profundamente, quizás demasiado, síntoma de que mi estancia en la capital me está fatigando más de lo esperado… Me va haciendo falta un poco de descanso “playero”… Pero aún nos queda Huaraz y Trujillo, con sus respectivos restos históricos, para visitar… Dejaremos el ganduleo para la playa de Máncora, días antes de mi programado paso por Ecuador hacia Colombia…

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