Hoy hemos salido de viaje a Mérida por la tarde (18:00)… He terminado la relectura del libro de Gabriel García Márquez…
Como siempre, ha habido interminables colas para acceder al bus; la suerte es que los boletos están numerados, que si no… Un chorizo en cola proclamaba con chulería de su inocencia ante la acusación de una señora que le tachaba de estar metiéndole la mano en el bolso: “Señora, si yo quisiera ya se lo habría cogido”, decía el amigo como una de las mayores pruebas de que iba con buenas intenciones…
Como siempre, ha habido interminables colas para acceder al bus; la suerte es que los boletos están numerados, que si no… Un chorizo en cola proclamaba con chulería de su inocencia ante la acusación de una señora que le tachaba de estar metiéndole la mano en el bolso: “Señora, si yo quisiera ya se lo habría cogido”, decía el amigo como una de las mayores pruebas de que iba con buenas intenciones…
Mala suerte ha habido con el gordo que me ha tocado al lado y que ha estado ocupando un espacio precioso y roncando hasta que se ha bajado, ya bien entrada la madrugada, en una parada anterior a Mérida… Me ha dejado libre los dos asientos, dejándome dormir como un señorito andaluz en su cortijo durante todo el trayecto…
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