miércoles, 15 de abril de 2009

Iniciamos la singladura amazónica... :-)


Partida para Santarem… Hemos salido hacia la cercana agencia y han sido tan amables de transportarme hasta el barco que nos llevará en los próximos días hasta dicha ciudad del centro del Amazonas…


Un mar de hamacas, que estaban plantadas a nuestra llegada, nos ha dado la bienvenida… Quedaba exótico y tal, pero anunciaba una cierta incomodidad para esta noche… La nuestras, las de un pequeño grupo que nos hemos juntado en el puerto y que compraron en la misma agencia los tickets, estaban más o menos cercanas unas de las otras; esto será algo bueno a la hora de vigilar los equipajes, que andarán diseminados al aire por debajo de nuestros puestos… Por cierto, las cuerdas no hacían falta y no estaban; luego nos hemos dado cuenta de que hay gente que las va vendiendo por la cubierta y en los puntos de parada…


En el muelle deambulaba esa curiosa “fauna” portuaria que nos parece tan estereotipada a los de “afuera”… Pequeños puestos de comida se diseminaba por el atracadero flotante de más abajo… Tahúres golfos, con el juego de los tres cuencos y la bolita para adivinar debajo de cual se encuentra, y todo tipo de personajes, no marinos, sino fluviales (no nos olvidemos), andaban de un lado para otro a ver que “pescaban”…


Este atracadero consiste en una gran plataforma flotante que trata de prevenir las enormes subidas (de una decena de metros en algunos casos) que sufre el río en época de lluvias… En un gran río como este no se puede confiar en una estructura fija, al modo de los puertos marítimos… Apiñados, los grandes barcos que surcarán el río, en una u otra dirección, con pasajeros y mercancías, atestaban los amarres a nuestro alrededor…


Un hermoso cielo nos regalaba augurios de una placentera travesía… Me he asomado a una ventana de nuestra abarrotada cubierta y he disfrutado de lo lindo con el panorama local… Como nos imaginábamos, íbamos ya retrasados una hora…


El amazonas es el paradigma del río navegable; aunque el noventa y nueve por ciento de sus orillas anda salvaje, u ocupado en pequeñas aldeas de cañabrava diseminadas por doquier, desde un puerto como este de Manaus, parten enormes barcos con mercancías de todo tipo, que difícilmente podrían surcar otros ríos del planeta… El rey de todos los ríos tiene calado suficiente para que naveguen con soltura por sus aguas…


Apenas un par de kilómetros de Manaus, se encuentra una cierta industria, casi siempre basada en el abastecimiento de la navegación fluvial, que nos recuerda que andamos en una futura potencia económica mundial que, además, ha encontrado recientemente unos gigantescos depósitos de petróleo en sus suelos…


El Sol se ha ido poniendo de esa forma tranquila y colorida que lo hace en estas latitudes, donándonos un precioso atardecer que, gracias a los espíritus de estas aguas, parecía no acabar nunca… Tras un color sucedía otro matiz distinto, hasta que la oscuridad, inexorable, nos ha envuelto a todos y se han encendido las luces de la embarcación…


Hay un grupo simpático de viajeros en esta travesía: Tenemos a un chaval joven francés, Pierre, que está enamorado del ajedrez y con el que me he echado alguna partida… Tenemos a Hagen un profesional alemán, que se adivina brillante e inteligente, que trabaja con una empresa de su país ubicada en Brasil, que está viajando con una novia brasileira… Una par de italianas que trabajan en el país y una extraña y callada australiana que vive en Salt Lake City, la ciudad de los mormones de Utah (en los estados Unidos) y que está de vacaciones por aquí… Todos llevamos las chanclas que tan de moda están entre la mochilería… Puedo decir con orgullo que yo siempre las he llevado, aún cuando la moda era llevar unos botones de montaña y unos pantalones cortos en plan explorador… También las llevaré cuando pasen de moda; entonces algún ignorante creerá que voy desfasado… :-)


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