Las brumas de la mañana me han hecho levantar de los primeros entre todos los pasajeros que dormitaban en el braco… El espectáculo era demasiado bello para dejarlo escapar…
Por la orilla, una vez disipadas las nieblas matutinas, aparecía diseminadas algunas aldeas de indios, algunos de ellos más o menos “civilizados”, o palafitos aislados en medio de la más absoluta de las espesuras (no olvidemos que mucha extensión está todavía sin explorar, incluso por sus propios habitantes) y cuya única vida y contacto con el mundo es el río… La gente vive de cara al Amazonas y de espaldas a la selva…
Hemos parado en un pequeño poblado con un extensión para alojar pequeños barcos de pasajeros como el nuestro… el batiburrillo y el intercambio es formidable… Estos puestos, son casi imprescindibles para el transito de este tipo de embarcaciones pequeñas y medianas, del Amazonas…
Es una gozada poder contemplar la orilla, verde e interminable, que se extiende por horas y horas delante de uno… Como no somos del lugar, la mayoría de extranjeros nos quedamos boquiabiertos ante el panorama… Una gran parte de los locales también caen victimas del hechizo de la belleza amazónica… Lo bello es bello para todos, lo mismo me pasa a mí ante un paisaje manchego o de sierra Nevada…
Otra cosa es vivir mucho tiempo entre los aislados puntos en donde puedes encontrar gente a las orillas del río… Sería bonito para los que buscan la paz, pero algo quizás insufrible para un chavalillo joven con noticias del ruido y la furia ciudadana…
La vegetación es asombrosa y muy hecha al agua… Uno encuentra árboles medio sumergidos, dependiendo de la temporada de lluvias, que son manglares ni nada parecido, pero que aparecen ahí, como fantasmas vegetales que surgen de entre algún recodo recóndito…
De vez en cuando, alguna embarcación se acerca, tras cientos de kilómetros sin ver rastro humano, y se acercan como jugando a la barca… Mucha gente de abordo, pone comida o regalos dentro de enormes bolsas de plástico y la tiran por la borda para que esta gente las cojan… Es algo que he visto con frecuencia varias veces durante el trayecto… La habilidad con que manejan las canoas, yendo al encuentro de la nave desde que la atisban, cabalgando con soltura las olas de la estela que deja el barco y volviendo a la orilla una vez que ha pasado, es admirable…
De nuevo, el atardecer y las bellísimas tonalidades del ecuador, nos han sorprendido… ¡Que suerte que duren horas estos colores irisados!
La segunda noche de barco ha comenzado con una lluvia cansina y constante y un cierto amasijo de personas amontonándose unas cerca de las otras y entrechocándose en el balanceo, a veces inevitable, de las hamacas colgadas de los ganchos del techo…
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