miércoles, 8 de abril de 2009

On the road...


Llegamos a Valencia de mañana… Una de las estaciones más sucias que he visto en este viaje (ni en Bolivia se ve una cosa así) nos ha dado la bienvenida…



Unos policías muy poco amables (casi molestos de hablar con un extranjero) me han indicado, no la ventanilla, sino la dirección en donde caía la ventanilla en donde tenía que comprar los billetes… Allí me han asegurado que no había billetes hasta, por lo menos, dentro de dos días… El tipo de la ventanilla, con una sonrisa acuosa y desagradable, me ha dado a entender que por “un poco más” me daba el billete para hoy… He pagado cerca de un 15-20 por ciento más del precio normal (cosa que no me han hecho hacer en ningún país del mundo que conozco, ni siquiera en Myanmar)… ¡Definitivamente Venezuela ha sido una gran decepción… No es un país bonito ni amable y está lleno de ratas corruptas desde el gobierno hasta las más sucias alcantarillas… en un país como este, no se puede construir ni socialismo, ni democracia, ni nada…


En fin, hemos salido sobre las 11:00 a Ciudad Bolívar… Con ganas de llegar y quedarme brevemente (quizás ni siquiera quedarme) en la ciudad, para partir corriendo hasta Brasil, que aunque con sus defectos, no adolece de simpatía y amabilidad…

A las 22:30 hemos llegado a Ciudad Bolívar y he intentado ver si habían billetes para la frontera con Brasil, Santa Elena de Uairén… No habían… ¿Cómo iban a haber? Al fin y al cabo estamos en Semana Santa… Yo me he puesto muy nervioso cuando me han asegurado que hasta dentro de tres o cuatro días no habrían y que, aún así, no había seguridad de obtenerlos… No me hacía ninguna gracia quedarme en este sucio y poco amigable país, con unos precios y una inflación por las nubes, anclado a la deriva, esperando una suerte y con la frontera de un país más humano como Brasil, como quien dice, al alcance de la mano… He preguntado por precios de taxis para acercarme a algún hostal cercano (ya que buses no funcionaban y andando es un suicidio) y el precio que me han dicho para recorrer unos 800 metros (en plan “lo-toma-o-lo-deja”) no me ha enfadado, me ha hecho estallar en carcajadas…


Me he sentado, por un momento, cansado, sudoroso y polvoriento, en un banco de la estación y ha sido allí en donde las oraciones paternas y de los que me quieren (no ha podido ser otra cosa), además de las que brotaban sin palabras de mi propia fatiga, han surtido efecto… Una señora que trabajaba en la estación se ha puesto a hablar conmigo, era anti-chavista y le he caído bien al instante… Después de un rato, resignado a pasar la noche en la estación, la señora me ha dicho que me esperara… Unos minutos después ha aparecido con un señor algo gordito, con gafas de culo de vaso y un ramillete de boletos en la mano… Yo estaba dispuesto a pagar lo que fuera por salir de Venezuela y poder llegar Brasil… La señora me ha señalado con el índice y dirigiéndose al tipo que iba con ella ha dicho: “Este es”… El tipo me ha preguntado si me importaría irme a las 2:00 de la madrugada… Le he respondido preguntándole si estaba bromeando… Entonces me ha extendido la mano con un billete para un autobús hasta Santa Elena, costaba 80 bolívares y él me ha cobrado 82: Una ganga absoluta viendo como anda este país, y un tipo notablemente honesto, diría por añadidura, viendo la mierda corrupta que me rodea por todas partes… Solamente se ha llevado algo menos de un café…

Le he agradecido a la señora con emoción y ella me ha sonreído como una Santa María… El tipo era “legal”, tenía uniforme y andaba por ahí todo el rato diciéndome que me avisaría con tiempo… El boleto estaba en orden y habían más personas que lo habían comprado… En fin: UNA GRAN SUERTE…


A la hora predicha, ni más ni menos, ha llegado el bus… He tomado plaza desplomándome sobre el asiento y me he quedado dormido en cuestión de segundos… ¡Qué difícil que es viajar por este jodido país!

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