jueves, 19 de marzo de 2009

CRÓNICA DE UNA VISITA ANUNCIADA: MOMPÓS (O MOMPOX)

Mompós o Mompox (que de las dos maneras puede escribirse) Es una somnolienta población, al lado del río Magdalena, en la que se desarrolla una de las novelas de Gabriel García Márquez: “Crónica de una muerte anunciada”… Es una auténtica representación del Macondo de “Cien años de soledad”… Un pueblo de difícil acceso, pero una autentica joya sumergida entre los susurros de la selva y el suave discurrir del río… Es una reliquia colonial en donde el tiempo parece haberse detenido y que, según algún americano, parece sacada del Missisipi de los tiempos de Tom Sawyer…


En efecto, ha sido muy complicado llegar, ya que al habitual medio aislamiento de la localidad, se ha añadido el derrumbe de un puente que ha puesto su granito de arena en el tedioso itinerario hacia esta villa…


Sobre las 5:30 hemos llegado a Magangué… Muy cerca de donde nos ha depositado el bus estaba el mugriento puerto de barcazas para llevar a los viajeros hasta la vecina aldea de Bodega… Me he montado en una embarcación con motor fuera borda, que ha transportado a unos doce pasajeros hasta dicha localidad… Eso sí, a mitad del camino hemos parado para que un control militar nos pidiera la documentación… Allí hemos estado unos diez minutos, en los que un soldado nos ha recogido a todos los presentes los papeles, se los ha llevado y luego, tras un rato, nos lo ha devuelto voceando los nombres de cada uno… Me ha hecho gracia como alguien, que no he visto desde mi asiento, se dirigía al soldado demandando: “Señor, yo tengo una inquietud. ¿Por qué no hacen todo esto en Bodega?” Definitivamente, el vocabulario de Colombia es muy simpático (inquietud=duda) y se pone de manifiesto lo que Calamaro dijo alguna vez, refiriéndose a los argentinos, en una entrevista: “Los españoles y los latinoamericanos estamos separados por el mismo idioma”.


En Bodega, ha sido necesario coger un taxi (2000 pesos=60 céntimos de Euro) hasta el puente derrumbado y en reconstrucción… Normalmente, desde aquí se tomaría un bus hasta Mompós, pero ahora es preciso atravesar en barca el río (1000 pesos) y, una vez en la otra orilla, coger un taxi colectivo (hay que esperar a que hayan suficientes pasajeros) en el que nos montamos 5 personas, además del conductor, y vamos distribuyendo los trastos de cada uno entre la baca del coche, el maletero y el interior del vehículo… El viajecito, de unos 45 minutos, cuesta (para información de los amigos que se meten a este BLOG por información práctica del lugar) unos 8000 pesos, lo cual viene a ser aproximadamente unos 2€ al cambio…

Parece ser que en algo menos de un mes, el paso del puente se restablecerá, entonces habrá algún “trámite” menos que tomar… Pero algo es importante subrayar: Si alguien viene a Colombia NO debe perderse la pacífica y reposada
villa de Mompós. Es una experiencia inolvidable… Al buen viajero no le importarán las dificultades ni los sufrimientos necesarios para acceder a una plaza concreta, si esta es un lugar en que, como en el caso de Mompós, podremos quedar estupefactos por la belleza, la naturaleza y la atmósfera que inunda todo…


Tras parar en la Plaza de la Concepción, he empezado a caminar para buscar alojamiento. He dado, en primer lugar, con el Hostal de Doña Manuela, un establecimiento maravilloso, pero algo caro, que esta situado en la calle Real del Medio… La chica que me ha atendido ha sido muy amable y me ha dicho que al lado del río, hay un nuevo hostal muy barato y con una atmósfera colonial como la que (salvando alguna distancia) se podía apreciar en el que estábamos: El local se llama “La Casa Amarilla”… Le he dado las gracias y he ido, como me había indicado la muchacha, siguiendo el río hacía la derecha, hasta encontrar la Plaza y la hermosísima iglesia de Santa Bárbara… En una esquina, frente a una sombreada arboleda al lado de la orilla del río, estaba el local… El dueño, un inglés de castellano impecable llamado Richard, me ha recibido y mostrado las diferentes habitaciones… Me he quedado con una individual a buen precio, ya que no hay muchos turistas en esta temporada y el hostal está todavía en construcción… Richard es periodista freelance de la BBC y tiene una especialización en lengua y literatura españolas… Va y viene de Mompós a Bogotá, en donde trabaja y en donde vive su novia, una colombiana natural de Mompós… Compraron una vieja casa colonial en este pueblo, que andan restaurando, en la que (según mi opinión) habrá uno de los mejores hostales del lugar…

Tras algo de cháchara y de buen tinto (en Colombia se llama así al café negro), que mi anfitrión británico ha sido tan amable de ofrecerme, he depositado las cosas en la habitación y luego de una duchita, me he ido a dar una vuelta… ¡Que maravilla de lugar! ¡Uno me los mejores lugares que he visto en Colombia y quizás en todo este viaje por Sudamérica!



No escribo lo suficientemente bien para poder definir este remanso (todavía remanso) de paz emplazado en la foresta colombiana… Comprendo porque Gabriel García Márquez ubicó aquí una de sus historias… Este río, por donde va estirándose la villa por una de sus orillas, es un afluente calmado y hechizante
para las miradas… La arquitectura, gracias a Dios, es tan clásicamente colonial y tan adaptada al clima, que parece parte de la naturaleza… Con espléndidos patios interiores sombreados de vegetación, con amplísimas salas y altísimos techos, con estancias por donde la brisa fluye naturalmente refrescando toda la casa… En fin, siempre hago referencia al Indostán cuando algo me fascina y en esta ocasión, me han venido a la mente confusas imágenes entremezcladas de la arquitectura tradicional y colonial de Sri Lanka e India, de Malasia, Tailandia, Vietnam e Indonesia…

El hermanamiento con estas amadas plazas de Asia, en lo profundo de mi corazón y en el caos emocional de mi memoria, proviene sin duda de la común
ubicación tropical, hemisférico-norteña, de ambos lugares… Por eso es que se repiten características y encuentros comunes… Esa es la causa de que la arquitectura, colonial o tradicional, vaya buscando la sombra, el murmullo de las aves, el verdor de la plantas y la presencia de una brisa que parece ir susurrando viejas romanzas a las mecedoras, a las hamacas y a los balancines de los anchos patios en donde transcurren, lentísimas, las horas de calor y lluvia… Ese es el color y el aroma difusos que tengo de estas franjas del globo; eso y unos atardeceres eternos, que nunca acaban, en donde uno, como milagrosamente, se reconcilia con su pasada infancia bañada de sol, con su fatigado y pétreo momento presente y con la hora ineludible de su futura muerte certera…



Por supuesto que Colombia es distinta en la forma a todas estas zonas a las que me he referido; pero hay una muy familiar impresión de melancolía impregnada por una atmósfera de nostalgia proveniente, probablemente, de una juventud ya lejana y ausente, que hace que ambos polos planetarios se fundan en un entrañable abrazo… Colombia (y Latinoamérica en general) es más como si fuera mi propia casa… No tiene esa pizca de exotismo que he encontrado en los dominios de Shiva, Buda o en la Umma del Islam… No sé exactamente por qué, Mompós también me recuerda, sobre todo, a la Mancha de mis padres y a la de mi niñez, a la Castilla rural, a Extremadura y un poco a una Portugal que un día fue también una de las Españas…

Sofocado por el fuerte calor, he vuelto a dormir la siesta… Por la tarde he paseado hasta el anochecer… Infinidad de mosquitos toman el pueblo desde el atardecer (aproximadamente la 19:00) y no lo sueltan hasta una hora y pico después… Entonces ya no hay insecto que te moleste en bandadas y se puede
deambular deliciosamente por toda la ribera arbolada de Mompós…


Cuando he vuelto, Richard estaba trabajando con su ordenador… He hablado algo con él y luego me he marchado a dormir… No he tenido fuerzas para hacer za-zen, una costumbre que he retomado hace algunas semanas… He tenido un largo y placentero sueño salpicado de infinidad de imágenes oníricas…

Extraños momentos que te da la vida, extraños instantes que quizás se hayan repetido y se repetirán, innumerablemente, a lo largo de infinitas existencias… Será por eso que nos parecen cosas tan conocidas, tan próximas, tan familiares… Será por eso que siempre te alegras inmensamente de volverlas a encontrar… Será quizás porque nunca se han ido y siempre estarán ahí…

1 comentario:

  1. Anónimo4:10 p. m.

    porq no muestra todo el pueblo de mompos completo como barrio el progreso y otrobarrio por fabor

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