martes, 24 de marzo de 2009

Por la ciudadela de Cartagena...


Hemos pasado el día de hoy por el casco histórico de Cartagena…

Pasando los Pegasos que hay frente a una réplica de barco de vela, se llega a la antes de la puerta principal de la ciudadela… Una vez atravesada esta, pasando por unos tenderetes de libros, llegamos a los soportales de los dulces. Aquí es donde “Gabo”, es decir, Gabriel García Márquez, compraba sus pasteles cuando vivía en Cartagena… Venden unas “cocadas”, unos dulces de coco con leche, cacahuete u otros variados ingredientes, verdaderamente deliciosos…


En la plaza encontramos una estatua de Colón, que en realidad está dedicada a Castilla y León, que parece estar a punto de meterle mano a una “indiesita” en bolas…


Los colores de la arquitectura colonial son preciosos y hecho que ni de encargo para andar fotografiándolos…


Los “vivos que andan a la caza del turista, son iguales de pesaos que los que encuentras en Marruecos y otras partes paliceras del globo; pero la gente, por lo general, es amable y muy abierta…


Caminando por algún callejón, he encontrado alguna casa masónica, ya que estas sociedades fueron de gran predicamento durante la independencia de la colonia (Bolívar era masón) y forman parte de la tradición colombiana, venezolana y americana en general…




Colores por todos lados bajo un sol justiciero… Así veo a Cartagena…




Algunas zonas tienen ese toque “arabizante” que los negros y mulatos saben dar espontánea y magistralmente, confundidos en una atmósfera de siesta veraniega y colores, colores, colores…




Se vive en la calle tan fácilmente que podríamos decir que no serían necesarias las casas; lo podríamos decir si esto último no fuera una frivolidad por mi parte, dado el problema económico que están sufriendo mucha gente en estos países de clima paradisíaco pero faltos de reformas sociales y sobrados de políticos gandules corruptos…




La zona histórica de Cartagena es, definitivamente, algo vivo y coleando… Da gusto caminar por aquí, y la gente presume de lo seguras que son sus calles, lejos de los asuntos de “malones” y cercanas al quehacer popular…


El aroma de España anda por todas partes… Parece que Andalucía se hubiera escapado con la negritud y de blancas calles islámicas, se hubiera transformado en coloridos trozos de rincones tropicales…


El fuerte me ha hecho recordar la bravura de Lezo, cuando le dio p’al pelo al inglés Vernon y su flota, mandándolos al carajillo y dándole esa fama de dureza inexpugnable a esta ciudad caribeña…


Ha sido un día de esos que no abundan… Me he reconciliado con lo malo y lo regular de este Caribe de Dios… Las mujeres negras se me han antojado algo más melancólicas de lo habitual en este atardecer, frente al mar, como si recordaran la vía por donde trajeron a sus antepasados para formar parte inseparable de la identidad de estas tierras… Sin negritud, sin mulatería, sin África, no habría un Caribe…

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