Hoy hemos dedicado el tiempo a las iglesias y callejas que quedaban por ver…
Por detrás de la Catedral y de la Plaza de Bolívar, se encuentran algunos de los edificios más bonitos que uno se encuentra en Bogotá…
Tenemos el templo y colegio de los salesianos que, aunque no es de origen colonial, es una muestra de arquitectura religiosa bellísima…
Tiene una decoración interior y exterior que evoca vagamente la que uno encuentra en los arcos de la mezquita de Córdoba…
Luego, no podía faltar la visita al templo de San Agustín, este sí colonial, del siglo XVII, en el que la luz se filtra con una magia serenísima que ayudaría, sin duda, al recogimiento religioso…
Nos hemos perdido por las zonas altas de los alrededores de estas iglesias… Las calles son coloridas y bellas y se nos antoja que casi intactas desde la era de la colonia…
Ando algo cansado en estos días, por obra y gracia del transporte colombiano, por eso me ha hecho gracia encontrarme con una calle preciosa cuyo nombre es el de “Calle de la Fatiga”… Como un monumento al viajero que ama antes la belleza del peregrinaje que la comodidad burguesa, la reproduciré en el siguente post de mañana…
Al fin y al cabo, viajar no es siempre sinónimo de “vacaciones” o “descanso”, también lo puede ser de “maravilla” o “estupefacción”; o, como en mi caso, de “mística”, “asombro” o “sabiduría”… Un camino de encuentro filosófico, y hasta religioso, para contactar con “LO REAL”… :-)
Los colores de estas casas me fascinan sobremanera… Me llevaré un grato recuerdo de esta bellísima ciudad…
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