Ida a Colombia… Hoy por la mañana he cogido un bus hasta Ibarra, que es la población ecuatoriana que conecta con la frontera colombiana… Una vez allí hemos tomado otro bus hasta Tulcán, última ciudad de Ecuador antes de Colombia…
Un poco antes de la llegada a Tulcán, un viejo que iba a bajarse en una parada anterior ha intentado coger mi mochililla, que tenía apoyada en la parte delantera del vehículo… No se si se había confundido de paquete, ya que su maletita (muy diferente de mi mochila) estaba al lado… En mi opinión, si este hombre no está con Alzheimer, seguramente que intentaba robar… La parte buena es que, gracias a Dios, estoy siempre muy atento ami equipaje… Será muy difícil (todo puede pasar, claro está) que me quiten algo “al despiste”; otra cosa puede ser quitarme alguna cosa con violencia o bajo amenaza de armas (que espero que no me pase en todo este viaje, ni nunca)… Le he cogido el brazo al hombre y este, sin mirarme, ha desplazado la mano hasta su propia bolsa y se ha bajado… Yo ya vi, en Buenos Aires, que muchos “chorros” (es decir: “chorizos”) llevan una bolsa con trapos, que pueden abandonar sin problemas y que vale para cubrirse las espaldas… En fin, pasemos un tupido velo…
Llegando a Tulcán, he cogido un taxi con las últimas monedas que me quedaban… Me ha dejado en el borde entre los dos países, que consiste en un riachuelo por el que pasa un puente… El paso de la frontera ha sido rapidísimo. No me esperaba esa diligencia, dadas las malas relaciones entre los dos países, después del bombardeo de Colombia en suelo ecuatoriano (persiguiendo objetivos de la guerrilla de las FARC), hace ya un año, en la llamada zona de Angostura… el caso es que en minutos estaba ya en el otro lado y he buscado, con la ayuda de una señora de un puestecito fronterizo, cambio de moneda (siempre chequeo como va el cambio en Internet), ya que no habían cajeros automáticos (que es lo que estoy usando en este viaje)… Me he tomado en su establecimiento un café (de Colombia, por supuesto) y luego he tomado minibus (una “buseta” llaman aquí) a la terminal del cercano pueblo de Ipales…
En Ipales he comprado un boleto de bus a Popayán, para las 16:00… Me ha dado tiempo a comer y luego el bus ha salido… El viaje ha durado toda la tarde y noche… En una parada cercana a nuestro destino, hemos parado en un puesto de policía… Hemos esperado a más autobuses y, luego de casi una hora, hemos emprendido la marcha, la caravana de buses y algún vehículo de policía… El asunto es que, en esta zona del sur de Colombia, los atracos a los autobuses nocturnos no son infrecuentes… Como protección “antiatracos”, los autobuses se agrupan en ese tramo y viajan juntos; algunas veces (como en este caso) acompañados de escolta policial… La verdad es que el tópico de una Colombia violenta, que los colombianos quieren borrar a toda costa, nos ha golpeado en toda la “geta”… La buena noticia es que, según los lugareños (e incluso la guía), este tipo de asaltos solo se suelen dar en esta zona sureña y fronteriza del país…
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